Solemos tenerle miedo a la felicidad porque sabemos que llega y no justamente para quedarse mucho tiempo. La felicidad es un rayo, un chubasco que se van tan rápido como ha llegado. Por eso cuando llega, debemos aprovecharla al máximo, cuidarla, disfrutarla, aferrarnos a ella y tratar de no dejarla ir. La felicidad es fugaz. No la vimos venir que ya se fue. No tuviste tiempo ni de ilusionarte con la felicidad que pasa una ráfaga que te deja perplejo, más vacío y desnudo que antes. Hay que aferrarse bien fuerte a la felicidad, porque esta hecha de aire y rápidamente se nos puede escapar de las manos.
9 sept 2009
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